Tomas Boyle


Allá por 1990, el Consejo Local  decidió hacerle un homenaje en vida a quien por más de 30 años acompañó como capellán cada actividad del Batallón. El Padre Tomás Boyle marcó para las próximas generaciones un camino a seguir. Se caracterizó por su talento para el dibujo y el arte, su trabajo incansable y su enorme dedicación al cuidado de los jóvenes. Tuvimos la gracia de tener un “Don Bosco” entre nosotros. La espiritualidad salesiana es una espiritualidad de lo cotidiano y de la acción. Reconociendo este valor en el Padre Tomás, aquel Consejo decidió cambiar el nombre del Batallón. Su trabajo silencioso y su humilde entrega fueron un signo de amor de Dios, que todavía hoy nos invita a seguir a Jesús. Desde aquel año, el Batallón 3 pasó a llamarse «Reverendo Padre Tomás Boyle».

El Padre Tomás Boyle “PETER” nació en Buenos Aires, el 29 de abril de 1903 en el seno de una cristianísima familia que dio dos sacerdotes a la Congregación Salesiana. En 1912 ingresó al Colegio Salesiano de León XIII en el barrio de Palermo. Desde temprano lo atrajo la vida salesiana y en 1916 fue al aspirantado de Bernal; allí hizo el noviciado y se consagró a Dios con su primera profesión religiosa que ratificó en forma definitiva en 1917. Su tirocinio práctico lo realizó en el colegio Pío IX de Bueno Aires. Terminados sus estudios teológicos, con gran alegría de su corazón recibió la consagración sacerdotal en la Basílica de María Auxiliadora de Almagro el 2 de febrero de 1930.

    Escribía ya en 1922: «Quiero ser siempre salesiano, siempre hijo de Don Bosco, siempre fiel a Dios y a mi Madre Auxiliadora…» Y lo cumplió plenamente.

  Tenía cualidades artísticas realmente excepcionales para el dibujo, la pintura y la decoración, con una intuición natural para usar las técnicas del «lenguaje total». Prueba de ello, las innumerables obras que ha dejado, entre ellas el emotivo «Cristo yacente» para la iglesia Mater Misericordiae, y los valiosos y artísticos cuadros de Don Bosco y María Auxiliadora que hoy enriquecen el museo Salesiano de Buenos Aires.

    Tenía facilidad para hacer bellos y claros afiches catequísticos y didácticos que sabía utilizar muy bien para enseñanza, como también, en época anterior, cuando estaban de moda, dominó ampliamente la técnica de los «transparentes». Mantuvo siempre una fluida y abundante correspondencia con sus superiores, especialmente con el venerado P. José Vespignani, residente por entonces, en Turín. Monseñor Santiago Costamagna le escribía el 25 de febrero de 1921: «A mi buen pintor, Padre Tomás Boyle: con que esta es la disyuntiva: O santo salesiano, o no salesiano…»

    El mismo monseñor, agradecido por unos dibujos que le había hecho, puso en música unos versos de factura casera que decían:

    «Es muy cierto, buen Tomás – que con Boyle al cielo irás…» y le puso música que con gran regocijo le cantaban sus alumnos y hermanos. El 1º de agosto de 1921 le escribía el P. José Vespignani: «Recuerda siempre que los grandes medios para corregirnos de todo defecto, son de dos clases: los negativos (abstenerse) que consisten en vigilar las tentaciones, pasiones, ocasiones externas y debilidades (efectos de lo pasado); y los medios positivos: amor a la piedad, oración, meditación; familiar amistad con Jesús y María, y la santa comunión que nos ayuda como elemento de formación a imagen y semejanza de Don Bosco».

    Trabajó muchísimos años en el Oratorio y en el Movimiento de los Exploradores de Don Bosco a los cuales dedicó las mejores energías de su vida en largas horas de asistencia activa, de coloquios personales y dirección espiritual.

    Clásicos eran sus bien preparados «Campamentos» de las vacaciones; allí aparecía como el «factotum»: les rezaba diariamente la Misa, los atendía paternalmente en las confesiones, y luego, colocándose un delantal le preparaba él mismo la comida y colaboraba en la limpieza de la vajilla. De esas inolvidables excursiones quedan varias nutridas carpetas con abundancia de fotografías cuidadosamente ordenados y montadas con datos aclaratorios y artísticos dibujos alusivos, que recuerdan los Campamentos de Gardey, Pablo Acosta y Tandil, donde con los mayorcitos, realizaba también verdaderas «misiones» de espiritualidad entre los lugareños de la zona. También documentan varias excursiones realizadas a diversas provincias argentinas.

    Se recuerdan también las muchas revistas preparadas laboriosamente, robándole horas al sueño, en primitivos polígrafos de cola de pescado», como asimismo sus sabrosas crónicas diarias…

    Sacerdote celoso, impregnado de profundo amor a Don Bosco y a la Congregación no deja el recuerdo y el ejemplo de su profundo amor a Don Bosco y a la Congregación; no deja el recuerdo de su amor a la Eucaristía, a la Virgen Auxiliadora a quien veneraba como «la Virgen Capitana del Batallón y de los Campamentos…»

    Creador de dos hermosas obras donadas al Batallón 3 de exploradores: Canción del Gran Cacique y Canción Mariana.

    Hoy con él cantamos las palabras del Magnificat que estampó como recuerdo en sus Bodas de Oro Sacerdotales junto a sus hermanos en 1980: «Mi alma glorifica al Señor, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas…”   Y hoy también se reúne con su hermano Patricio fallecido santamente en Altagracia (Córdoba) el 2 de marzo de 1946 para agradecer el don de la vocación y de la fidelidad. 

Falleció en la casa Artémides Zatti, el 16-12-1995

A los 92 años de edad; 65 de sacerdocio y 74 de profesión religiosa.

BOYLE… POR UN JEFE DE BATALLÓN

El contexto del Batallón de Boyle era por los años 1950. Cada sábado, unos niños entraban por la puerta del actual garaje y le pedían a Boyle que abriera las puertas del colegio. Uno de esos niños era yo. Me acuerdo que todos los sábados pasaba lo mismo: subíamos y lo llamábamos desde la puerta de su habitación; el viejo salía con su bastón a cagarnos a palos y nosotros salíamos corriendo. «Ya abro!!». Y así empezaban las «actividades» de cada día. El abría los portones y concurrían no más de 50 niños y adolescentes. Las actividades eran libres. Cada niño estaba con quien quería y jugaba a lo que quería. No había referentes dirigiendo ningún juego. Los más grandes se apropiaban de la cancha y que no se metiera a jugar ningún nene porque lo sacaban corriendo. 

    En cierta época del año, Tomás armaba revistas para el Batallón. Haciendo la edición  y los dibujos con puño y letra propio. No dibujaba bien, era un MAESTRO DEL ARTE. También era un POETA. Las revistas que se guardan hoy en día, son un verdadero tesoro. Se encargaba de que cada chico tuviese su ejemplar.

    Boyle no dejaba que ningún chico se fuese enojado o molesto con alguien, te sacaba una sonrisa siempre. Fue Capellán y miembro del Consejo Ejecutivo por más de 30 años. A la vez también lo fue del batallón 4 y de otros más.

    El campamento de verano duraba 20 días. Era de mucha libertad. Pero su pasión más grande, era preparar el juego del TESORO. Al despertar los niños veían publicado en la cartelera las primeras pistas del mismo. Así iban tras las pistas que sólo encontrarías interpretando sus poesías y mismo los dibujos para descubrir lugares exactamente detallados. El tesoro estaba realmente escondido bajo la tierra. 

    Era fotógrafo. Durante varios años se dedicó a sacar fotos al Batallón y a las actividades. Hoy en día podemos ver que fue de nuestro Bata en esos años gracias a sus fotos. Lamentablemente, desde que falleció, hubo un lapso de 15 años donde no se fotografió el batallón por lo que no se puede saber qué pasó. 

    Escribió muchos libros sobre el batallón, reliquias que solo conserva la inspectoría general de la Argentina. 

    Boyle es de origen Irlandés, por lo que manejaba perfectamente el lenguaje Irlandés.

    El Batallón 3 «José María Paz» era de SCOUTS. Fuimos creados por origen Scout. En 1955 se creó la congregación Salesiana de EXPLORADORES quienes obligaban al Batallón a formar parte de los EXPLORADORES DE DON BOSCO, pero aunque no lo parezca, Boyle no quería.

    El batallón cerró. Luego se reabrió y el siguió siendo capellán, aún con dificultades de salud.

    El Batallón para Boyle era su vida. No dejó de venir a los encuentros hasta que su cuerpo no dio más. Los chicos que lo han conocido, el día de su muerte fue un gran dolor en sus corazones. Para muchos, él era el abuelo que no han podido tener. Costó despedirlo. 

Viejo alegre y gruñón, discípulo de Don Bosco y de Jesús, creador de sueños, cómo lo querían.”

GRACIAS POR TODO

PINTURA HECHA POR BOYLE, ACTUALMENTE EN NUESTRO SALÓN DE ACTOS. LA MISMA SE COMPONE POR LA FIGURA DE DON BOSCO PINTADA A MANO Y TODO SU CONTORNO ESTÁ COMPUESTO POR UN COLLAGE DE MILES DE PAPELITOS DE MUCHOS COLORES


Como expresión de su devoción al peñi Ceferino Namuncurá, el Padre Tomás nos dejó una tradición. La mención y la canción del Gran Cacique, con la cual destacamos a aquellos exploradores que son ejemplo de acciones y gestos entre sus compañeros durante los campamentos y actividades del año

NOS DEJASTE OTRA TRADICIÓN… CANCIÓN MARIANA

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